RAUL CRISTIAN AGUIRRE
POETA Y CHARLATÁN
Mis papis eran dos fuera de serie unidos por la poesía.
Raúl Gustavo Aguirre, enorme poeta, traductor y docente, fue director de la mítica revista Poesía Buenos Aires, que introdujo la poesía moderna de los ’50 en Argentina. Él y yo, sin casi habernos conocido, estamos unidos profunda y mágicamente por la poesía.
Hebe Monges fue profesora de Letras y una escritora fantástica (leé El tercero de la lista, es cortito). Ganó numerosos premios y publicó dos novelas increíbles.
Mamá se enamoró de mi padre por sus poemas. La poesía no sólo está en mis genes, está en la chispa misma que me hizo nacer. Es imperdonable que escriba así de mal: no tengo ninguna excusa.
Para no ser menos, yo también dirigí una revista pseudoliteraria, pero subterránea y de corta vida. Se llamaba “Caro Kann, el nombre de una apertura”.
Los ajedrecistas protestaron: decían que era una defensa, no una apertura. Esa fue la mayor repercusión que tuvo.
Igual fue muy divertido hacerla y hay un par de poemas ahí que están buenísimos (pero no los míos, que están pésimos).
Me fui a inscribir a Psicología pero no me dejaron, intenté inscribirme en Letras pero llegué tarde, y terminé estudiando Análisis de Sistemas (juro que es cierto; lo cuento acá). Así que soy Licenciado en Informática por la gloriosa Universidad de Buenos Aires.
Mi entrada en el mundo del software y la computación me dio una perspectiva insólita para un poeta: la lógica no suele ser lo nuestro.
Después me fui a Barcelona y fundé una empresa de software, que, como diría Cortázar, fue como un vuelo de águilas.
Veinticinco años después la vendimos: desde entonces me dedico enteramente a lo artístico y la divulgación de la poesía y a jugar al Crossy Road.
Sigo con la emprendeduría haciendo mentoring y dando charlas corporativas y cosas así. Me interesa muchísimo la intersección entre literatura y liderazgo, y cómo el arte te ayuda a ser mejor emprendedor (o sea, mejor persona).
Me encanta aprender. Hice el Entrepreneur Master Program en el Massachusetts Institute of Technology y sigo haciendo cursos de poesía o de cualquier cosa.
A continuación, doy ejemplos de “cualquier cosa”.
Un día me hablaron de alguien que “leía caras” y que daba cursos de eso. Uh, este es aún más charlatán que yo, pensé. Pero lo fui a ver y con sólo mirarme me empezó a decir cosas de mí que ni yo sabía. Así conocí a Julián Gabarre, un erudito en Morfopsicología, y me pasé unos años estudiando eso.
Cuando hice mi programa de radio traje a otra superespecialista en epigenética, Ana Lladó, que analizaba la personalidad de los entrevistados a través de su estructura facial, y los pobres quedaban azorados (y alguno un poco asustado).
Sí, la cara y los genes están íntimamente relacionados, quién lo iba a decir.
Había un vez un doctor que estudiando física cuántica razonó que si al juntar materia y antimateria el resultado es luz, al balancear las emociones negativas con las positivas el resultado es nuestra propia iluminación. O algo así.
Bueno, la cuestión es que, inspirado en eso, el doctor Demartini creó un método para disolver cargas emocionales negativas en un par de horas. El método permite sublimar el duelo casi inmediatamente, por ejemplo. Y además John tiene teorías interesantes sobre prácticamente todo.
En realidad se apoya en Emerson y la filosofía clásica, pero John es un encantador de serpientes extraordinario, y héte aquí que soy Facilitador Certificado del Método Demartini.
El cine es poesía en movimiento y por eso estudié Dirección de Cine en el CECC de Barcelona, con el gran Héctor Faver. De ahí salieron un par de cortos, como “8!”, un grito de socorro ante la despoetización de la sociedad y coso.
Nunca dejé de hacer cine. Ya sea haciendo videoclips, un mockumentary corporativo (The CIO Office), o mil cositas publicitarias.
Y aquí seguimos, a la espera del Oscar que injustamente se nos niega.
También hice interpretación con Boris Rotenstein, me certifiqué como Scrum Master con Tobias Mayer; estudié dibujo con David Pugliese; aprendí filosofía, dados y timba en un cafetín y hasta hice un curso de cocina en Harvard.
Fui profe universitario, me encanta enseñar (y aprender enseñando). Hice de presentador en un montón de eventos. Publiqué cuatro libros y escribí miles de poemas. Y hago un show que tenés que ver sí o sí porque te va a cambiar la vida (¡mirá!).
Pero en lo que de verdad soy bueno es jugando al Crossy Road.
Bonus (por haber llegado hasta acá)
De mis shows con Sandra Rehder quedó esta joyita, ella cantando a Roberto Carlos y yo recitando a Cortázar.
Y también este audio, una bellísima interpretación de Sandra de Jacinto Chiclana, con "prólogo" de un servidor.
Las dos son grabaciones bastante malas pero la música vale la pena.